09 noviembre 2011

Libro: Virus

fabadiabadenas_virus
Lo leí por primera vez en 2009. Descubrí a Ferrán Ramón-Cortes a través de  un magnífico libro llamado "La isla de los cinco faros" que adquirí en aquellas vacaciones pasadas en Menorca. A tenor de la experiencia obtenida tras la lectura del mismo, supe que con "Virus", la apuesta era ganadora.
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Han pasado dos años desde la primera lectura. Un amigo mío me comenta mientras tomamos una cerveza, que la organización a la que pertenece, está pasando por un momento de incertidumbre y confusión. Cuchicheos, corrillos, contradicciones, falta de información, son actos cotidianos de su día a día. Mientras me lo cuenta, mi pequeña RAM mental empieza a funcionar y desempolva del recuerdo el libro de Ferrán.
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En Virus, -un relato sobre el peligro de los rumores en las organizaciones-, Ferrán nos ofrece una serie de actuaciones a poner en práctica para inmunizarnos como grupo o como organización contra ese maldito virus que se llama "RUMOR".
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1. Conocer bien la gente
Conocerlos nos permite encontrar las formas de comunicación adecuadas para conectar con ellos, permitiéndonos también descubrir a los potenciales portadores de virus, aquellos que pueden desencadenar una epidemia en un determinado momento.
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2. Conocer las relaciones interpersonales
Conocerlas permitirá identificar los grandes catalizadores de relaciones, quiénes son las pocas personas con un comportamiento social muy por encima de la media y que, por tanto, pueden ser inductores de una buena comunicación... o de una gran epidemia.
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3. Conocer los canales de comunicación existentes
Hemos de mantener los canales de comunicación siempre abiertos y vigilar que nadie quede al margen. Hemos de formar parte activa de estos canales para transmitir la información que queremos llegar y para detectar los primeros virus, adelantándonos a los primeros contagios masivos.
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4. Ser transparentes
Compartir la máxima información posible. Lo que no se dice se suple por la fantasía y alimenta los rumores. No explicar las cosas es el caldo de cultivo preferido de los rumores.

5. Ser claros
Evitar las ambigüedades. La ambigüedad siempre se decodifica como una información negativa. Ser explícitos y no dejar ideas a la interpretación. La falta de claridad alimenta los rumores hasta el final de la cadena. El agua turbia en su origen, se mantiene turbia hasta el final.
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6. Ser rápidos
Ofrecer la información relevante con celeridad y sin retrasos. Es crucial ir por delante de los rumores con información veraz. Transmitir con rapidez y al mismo tiempo la información a toda la organización. Si un grupo tiene una información que otro grupo aún no ha recibido propicia la aparición inmediata de rumores.
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7. Tener valor
Estar dispuesto a dar tanto las buenas noticias como las malas. Con la misma rapidez y con la misma claridad, aunque con empatía. No "edulcorar" las malas noticias ni alimentar falsas expectativas. Utilizar, eso sí, el tono y el ritmo adecuados en cada caso.
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8. Ser íntegros
Asegurarnos de que existe coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Mantener el compromiso con nuestras palabras. No criticar. Hacer observaciones, ayuda. Criticar crea distancia, especialmente cuando juzgamos a personas que no están presentes.
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Con todo lo anterior, hay que tener en cuenta que éstos consejos no protegen al 100%. Continua existiendo riesgo de infección. Si los rumores consiguen entrar, estas son algunas acciones que podemos llevar a cabo para que los anticuerpos intervengan rápidamente y poder prevenir un contagio masivo:
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Ser más rápidos que los rumores
Una vez detectada la presencia de rumores en la organización, hay que actuar con urgencia. Ofrecer información veraz, clara y suficiente, anticipándose a la siguiente mutación.
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Romper las cadenas de contagio
Actuar sobre aquellas personas que puedan romper las cadenas de transmisión de un determinado rumor. Hay que hacer actuaciones selectivas con las personas clave que pueden para el proceso.
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Luchar contra los reservorios
Eliminar sistemáticamente las fuentes de rumores: la crítica, la especulación sobre las decisiones tomadas, las malas interpretaciones...
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Le mandaré éste post a mi amigo. Espero que éstas pequeñas recomendaciones le sirvan para conseguir que de nuevo fluya en su "entorno" la buena comunicación y se acabe con la rumorología.
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Buena Cortesía
Virus
Autor Ferran Ramon-Cortés Editorial RBA nueva empresa
Páginas 139 Precio 9,50 euros

4 comentarios:

Margarita dijo...

Al hilo de lo que expones, no sé si esta sociedad en la que a todo se le da la vuelta -tomo como ejemplo la tv, el mayor nido de mentiras y rumores, que campan a sus anchas, que conozco-, servirán estos remedios. Si desmientes dirán que algo había, si no lo haces -para no dar credito a los rumores- le darán la vuelta y ocurrirá lo mismo.
Habrá que ser optimistas y confiar en la integridad, en la ética de cada individuo, en que cada uno de nosotros suba el listón de la dignidad de sus actos, el el valor y sinceridad de la palabra. Habrá que confiar, o irremediablemente estaremos perdidos.

ANAIS G. BURGOS dijo...

Si, lo cierto es que la mayoría de las veces creo que no somos conscientes del daño que de una u otra forma puede causar un rumor infundado (incluso los "fundados"!)

Fernando Abadia dijo...

Guau. ¡Qué avalancha de comentarios!. Muchas gracias a ambas.
Margarita, una vez escribí algo sobre lo que dices. Te adjunto el link a ver que te parece.
http://fabadiabadenas.blogspot.com/2009/12/eticamante-feliz.html

Gracias de nuevo por vuestro comentartios

Margarita dijo...

Fernando, acabo de leer tu link. Cuando tenía ocho años, mi abuelo me hizo que lo acompañara. Yo le seguía a todas partes como un perro lazrillo. Recuerdo con nitidez aquella tarde en que nos presentamos en casa de un hombre para Disculparse porque: "En una tonta discusión te he dicho cosas que no eran justas, que realmente no sentía y que sé que te han hecho daño". Después se miraron a los ojos y dieron la mano. Aquello que en aquel momento observé con curiosidad, se ha hecho presente muchas veces en mi vida. En los momentos oportunos. El jugar limpio puede que no sea fácil, pero al menos debemos, cuando menos, tenemos la obligación de intentarlo.