06 noviembre 2011

2011. El debate


En marzo de 2008, -y bajo el mismo título que éste- escribí un post que empezaba definiendo el concepto de "debate" como un acto propio de la comunicación humana en el que dos personas se enfrentan con "argumentos" forjados por "razones y conclusiones".
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También decía que para participar en un debate se requería de un largo período de preparación. Período que debía empezar por un análisis de las causas, seguir por una búsqueda de las alternativas y finalmente terminar con la elaboración de propuestas certeras. Aconsejaba también, que ese primer análisis debía ser temprano, no en las vísperas del debate.
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Aquel post terminaba asemejando humorísticamente el debate que se iba a celebrar, con una velada de boxeo.   
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Han pasado casi cuatro años. La situación del país es diametralmente opuesta a la de 2008. Uno de los candidatos es nuevo, el otro no. Sin embargo, lo que está en juego es lo mismo -un futuro de cuatro años-.
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No me voy a postular por nada ni por nadie. Sólo quiero reflexionar. A veces, re-leer en el pasado ayuda a entender el presente. Pensando en todo ésto del debate, ha venido a mi cabeza aquella historia que sobre ajedrecistas y trileros escribí en 2010.  
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El ajedrecista es una persona que resuelve lentamente una situación complicada. En el ajedrez, cada jugador tiene tiempo para pensar el movimiento. Si una persona nos gana al ajedrez, significa que resuelve un conflicto complejo mejor que nosotros, siempre que tenga tiempo para pensar.
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El trilero es aquel que esconde una pelotita bajo tres vasos en la vía pública, los mueve y acepta apuestas de la gente de la calle. Deben adivinar en qué vaso se ha escondido la bola. En realidad, el truco del trilo es simple y, con el debido entrenamiento, lo entenderíamos. La fuerza del trilero, radica en que resuelve con extrema rapidez una situación simple.
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Por tanto, tenemos dos referentes: los que nos ganan si pueden pensar en una situación compleja, y los que nos ganan si no se puede pensar demasiado y la situación es simple. Un rival tiene mucha fuerza mental, el otro tiene mucha velocidad.
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Lo de mañana no es baladí. No necesitamos un "sprinter" de cien metros o un púgil que se mueva bien en las distancias cortas. Necesitamos un atleta de fondo que corra, nade y si hace falta....luche. Entramos en un período largo y duro en el que primará más la fuerza que la velocidad.
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Mi otra gran duda o miedo es: Hoy seis de noviembre se ha celebrado la ING New York City Marathon en la que han participado más de 47.000 corredores. ¿Os imagináis que por televisión sólo hubiéramos visto dos participantes corriendo por las calles de Manhattan?. ¿Seria el ganador, el mejor atleta del país?. En fin...
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Buena Cortesía

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