27 septiembre 2012

Libro: El pensamiento creativo (368)

Los teléfonos rojos de la Red Telephone Company eran aparatos de alto nivel técnico, propiedad de una empresa privada que después adquirió la empresa estatal australiana. El problema era que en Australia en las llamadas locales no se controlaba el tiempo; por el mismo costo inicial, el usuario podía hablar mucho tiempo. Las llamadas largas reducían las ganancias de la empresa, ya que los aparatos siempre estaban ocupados por los que hablaban mucho, impidiendo que se establecieran otras llamada más cortas. La compañía sólo obtenía un beneficio por el número de llamadas, independientemente del tiempo. El “quid” de la cuestión era conseguir llamadas telefónicas más breves. No era posible tomar medidas obvias para limitar la duración o para cobrar más, porque eso pondría en desventaja a la compañía con respecto a otras.
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Finalmente, la empresa encontró un recurso nuevo. Les indicó a los fabricantes del auricular que pusieran plomo en esa pieza. El resultado fue un auricular muy pesado, con lo que las llamadas largas resultaban agotadoras. Aparentemente la idea funcionó y, hasta el día de hoy -1994-, los teléfonos rojos son pesadísimos.
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Es muy conveniente detenerse en un punto con la determinación de encontrar ideas que permitan hacer cosas nuevas o de diferente manera a las ya conocidas. El pensamiento creativo enfatiza el poder que tiene el “pensamiento lateral” para la creación de esas ideas, y Edward de Bono, -su precursor y autor de éste libro-, lo defiende y argumenta.
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¿Por qué es necesaria la innovación, y cuándo la debemos realizar?
1. Cuando se necesite realmente una idea nueva, hasta el punto de que sin ella no podemos seguir adelante, pudiéndose tratar de un problema, una crisis o un conflicto, y
2. Cuando no se necesite urgentemente una idea nueva, pero se reconozca que reportaría oportunidades, ventajas y beneficios.
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El libro está estructurado en tres partes: una primera que se refiere a la necesidad de trabajar el pensamiento creativo. Una segunda, en la que se muestran los diferentes instrumentos y técnicas con las que conseguirlo. Y una tercera, que consiste en la aplicación del pensamiento creativo.
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Se trata de un libro extenso en cuanto a conceptos, -“hard” como yo lo denomino-, pero enormemente aclaratorio. En éste post, me referiré a lo que el autor titula como “Ideas erróneas acerca de la creatividad”. Posiblemente en un futuro, vuelva a tratar de nuevo sobre los aspectos encontrados en éste libro.
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Ideas erróneas acerca de la creatividad
1.- La creatividad es un talento natural y no puede ser enseñada.
Sí, pero no. Todos tenemos capacidad creativa. Si preguntamos en una clase de infantil o de primaria, ¿Cuántos niños tienen imaginación-creatividad?, probablemente todos levanten la mano. Si la misma pregunta la hacemos en las aulas de primer curso de universidad, seguramente sólo la levanten unos pocos. Todos poseemos el recurso de la creatividad, pero debemos estimularla, formarla y guiarla para que se convierta en una capacidad. Si no lo hacemos, la capacidad creativa sólo dependerá del talento “natural” que sólo unos poseen.
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2.- Hemisferio derecho/hemisferio izquierdo
En una persona diestra, el hemisferio izquierdo es la parte “educada”, rige el lenguaje, los símbolos y la percepción de las cosas, tal como sabemos que deben ser percibidas. El hemisferio derecho, en cambio es el “inocente”, el inculto que no ha aprendido nada. Así, en la música, la pintura y otras artes, el hemisferio derecho lo percibirá un ojo inocente. Es engañoso decir que la creatividad sólo tiene lugar en el cerebro derecho, puesto que cuando nos acercamos a la creatividad, también se usa el hemisferio izquierdo, puesto que allí es donde se forman y se almacenan los conceptos y las percepciones. Yo lo asemejo a la bicicleta, en donde existe una rueda delantera que evita los obstáculos, que cambia de dirección, que prueba –hemisferio derecho-, pero en la que también cuenta con una rueda trasera con la que se avanza, estabiliza, etc, -hemisferio izquierdo-.
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3.- La creatividad de saltos grandes y de saltos pequeños
La creatividad de saltos pequeños tiene un indudable valor, y en cierta manera a veces resulta ignorada debido a la obsesión por las ideas nuevas y “grandiosas”, ya que son más satisfactorias e impresionan más. Con frecuencia los saltos pequeños asumen la forma de modificaciones, mejoras y combinaciones. El valor total de una idea nueva depende de una cierta dosis de creatividad de saltos pequeños que obtenga el máximo provecho posible de la innovación.
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De Bono, también aclara que una sucesión de saltos pequeños no equivale a un salto grande. Por lo general un salto grande es un cambio de paradigma, o de concepto nuevo. Por tanto, como todo en la vida, se trata de una cuestión de equilibrio: salto pequeño, salto grande. Salto pequeño, salto pequeño…
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4.- Pensamiento creativo individual o de grupo
Volvemos a lo anterior. En el punto medio está la virtud. Está demostrado –yo lo afirmo- que el trabajar creativamente uno solo, requiere de una gran disciplina. Y también está demostrado –yo lo afirmo- que el trabajar en grupo conlleva el escuchar a los demás y también, a la pérdida de tiempo al repetir las ideas propias con el propósito de captar la atención del conjunto, por no hablar de otras todavía perores. Partiendo de esas premisas, De Bono recomienda una mezcla de trabajo individual y de grupo.
El trabajo individual es mucho mejor para generar ideas y nuevas orientaciones, que una vez generadas, trabajarlas en grupo, puede resultar más eficaz para su desarrollo y para llevarlas por rumbos que el creador no había imaginado.
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5.- Inteligencia y creatividad
¿The question is?: ¿para ser creativo uno tiene que ser super-inteligente?
Según el autor, la inteligencia es el motor de la mente. Su potencia puede estar determinada por cierta cinética de las enzimas, que permite tener reacciones mentales más rápidas, y por lo tanto una mayor velocidad de observación, -esto es, mayor inteligencia-. Esta potencia se puede asemejar a la potencia de un motor de coche. Sin embargo, -si seguimos con el ejemplo del coche- el desempeño de ese coche depende del conductor. Un automóvil poderoso puede ser mal conducido y otro más modesto puede ser bien conducido. Del mismo modo, una persona inteligente puede ser un mal pensador, y una persona menos inteligente puede tener mejores habilidades de pensamiento. Como dice De Bono: Por encima de cierto nivel de inteligencia, nadie necesita una inteligencia excepcional para ser creativo. Así que TODOS SOMOS CREATIVOS.
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Perdonad la extensión del post. No he sido capaz de hacerlo más breve.
Buena Cortesía

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