En el último libro que estoy leyendo, se hace referencia a la existencia de personas que se oponen sistemáticamente a cualquier proyecto que se salga de la rutina. Lo leí hace tiempo en el libro "Allegro ma non troppo" de Carlo M. Cipolla. El hecho de que estos días haya releído su teoría, junto a un par de anécdotas que me han pasado, hace que proclame a los cuatro vientos las leyes fundamentales de la estupidez humana. Para Cipolla, las leyes fundamentales del comportamiento humano son las siguientes:
Primera ley fundamental: Siempre e inevitablemente se subestima el número de estúpidos en circulación.
Segunda ley fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.
Tercera ley fundamental: El estúpido es aquel que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia e incluso incurriendo en pérdidas.
Como dice Xavier Ferrás en su último libro, Innovación 6.0, si clasificamos los comportamientos humanos en cuatro categorías, según si con una determinada actuación un individuo gana o pierde, y si con la misma actuación su entorno gana o pierde, lo que obtendríamos sería lo siguiente:
La actitud inteligente es la de aquel que, obteniendo beneficios propios, genera también valor para su entorno. El inteligente es capaz de lograr que todos ganen. La actitud perversa, por el contrario, es la de aquel que obtiene beneficios propios a costa de pérdidas del entorno. La actitud ingenua es la que faculta al entorno a ganar, mientras que él mismo obtiene perdidas. Y la actitud estúpida es la de aquel que genera pérdidas al entorno a la vez que se causa perjuicio a sí mismos.
Sin embargo, las leyes más interesantes, son las que vienen a continuación:
Cuarta ley fundamental: Los estúpidos son imprevisibles. Las personas inteligentes tienden a subestimarlos.
Quinta ley fundamental: Los estúpidos son el tipo de persona más peligrosa que existe.
A veces tengo la sensación de no saber en qué cuadrante me encuentro. Exceptuando la actitud perversa, -no me considero perverso-, no me atrevo a decir que "viva" en la actitud inteligente, -eso lo tienen que decir otros-. Ni tampoco me considero que cohabite en la estupidez, ya que intento no morder la mano que me da de comer, ni suelo echar piedras a mi propio tejado.
Sin embargo a veces, tengo la sensación de que a la vista de lo anterior, viva en el mundo de lo ingenuo. En fin, da y te será devuelto...
Buena Cortesía
P.D: ¡Alfonso!. No me atrevo a decir si eres inteligente o ingenuo. Lo que sí me atrevo a afirmar es que no estás entre los malvados o los estúpidos.
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