No!. No voy a hablar de eso que estáis pensando. Tal vez en otra ocasión. Esta semana han sido muchas las ocasiones en las que me ha tocado esperar. Unas veces sólo conmigo mismo, y otras en grupo, formando lo que todos conocemos como "cola". ¡Estoy harto!. Harto de esperar, harto de llegar a una línea de 20 cajas en las que sólo se presta servicio en tres y harto de hacerme perder mi bien más preciado, porque mi tiempo es oro.
1ª Ley de Harper:
"No importa en qué cola se sitúe: la otra siempre avanzará más rápido"
2ª Ley de Harper:
"Y si se cambia de cola, aquélla en que estaba al principio empezará a ir más deprisa..."
Siempre que los flujos de entrada y de salida en un punto de un sistema no están perfectamente sincronizados se producen esperas. Lo más normal es que no exista esa sincronización y que, por tanto, los fenómenos de espera se produzcan muy a menudo tanto en la vida cotidiana como en los sistemas productivos de bienes y servicios.
La “Teoría de colas”, pretende obtener la optimización de sistemas en que interactúan dos procesos normalmente aleatorios: un proceso de “llegada de clientes” y un proceso de “servicio a los clientes”, en los que existen fenómenos de “acumulación de clientes en espera del servicio”, y donde existen reglas definidas (prioridades) para la “prestación del servicio”.
Las colas constituyen un alto coste, asociándose tanto a las unidades que prestan el servicio, como al que se produce por la espera de los clientes. La teoría dice que cuando los clientes o unidades que acuden al canal o a los canales de servicio -cajas-, son externos al sistema -empresa-, puede que su tiempo de estancia en el sistema no represente un coste directamente para la empresa o, muchas veces, que sí lo represente pero resulte muy difícil de cuantificar.
En un entorno de competencia, las esperas que se provocan a los clientes de una empresa, pueden hacerles decidir cambiar de proveedor, produciéndose una perdida de clientes. Obviamente, esta pérdida de clientes representaría objetivamente un coste, aunque sea difícil de estimar. En cambio, si no hay competencia y los clientes son externos a la empresa, puede que el coste de su tiempo de estancia en el sistema lo asuman las unidades que desean recibir el servicio, pero en todo caso disminuirá el “valor neto” del servicio recibido por el cliente y, por tanto, el precio máximo que estará dispuesto a pagar por él.
¿Y?, ¿dónde está la competencia?. Vayas donde vayas, te toca esperar. Yo preferiría, que no hubiese tanta publicidad, ni tanta oferta y que para estos casos, las "colìcas" fuesen más pequeñas...
Buena Cortesía
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