"Pon a los abogados en el último barco". Leyendo el libro "El manifiesto Vikingo" me ha causado alguna que otra sonrisa, lo que en el libro se dice sobre los abogados. Según sus autores:
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Los abogados como mucho son un mal necesario, lo normal es que sean un estorbo. En las juntas, en la estategia de marketing, en las decisiones creativas, los abogados en los Estados Unidos a menudo están en primera línea de las empresas. Al resto del mundo esto le parece un poco extraño.
Considerando el clima de miedo creado por la naturaleza litigante de la sociedad estadounidense, el puesto del abogado americano es comprensible, pero contraproductivo.
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Los vikingos dividían la carga en dos lotes: las cosas productivas, como las vacas y los bueyes, y el resto, que eran cosas necesarias pero improductivas, iban en el último barco. Los abogados son de ese lote.
Son un mal necesario para protegerte del mal innecesario.
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Un abogado pasa años y años entrenándose en el arte de la paranoia y diciendo "no se puede hacer". Dejar que los abogados tengan demasiada influencia es garantía para que una organización se estanque y muera. Los abogados deben mantenerse lejos de la sala de juntas, de las reuniones de marketing y en el polo opuesto de cualquier cosa creativa.
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Los abogados son listos; los buenos abogados, brillantes. Pero muchos tienen una debilidad fatal que puede hundir una organziación más rápido que un conflicto colectivo, y es la falta de intuición. Es genial tener abogados a bordo. Pero no son ni mucho menos, el cargamento más valioso.
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¡Andanda! ...
Buena Cortesía
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Los abogados como mucho son un mal necesario, lo normal es que sean un estorbo. En las juntas, en la estategia de marketing, en las decisiones creativas, los abogados en los Estados Unidos a menudo están en primera línea de las empresas. Al resto del mundo esto le parece un poco extraño.
Considerando el clima de miedo creado por la naturaleza litigante de la sociedad estadounidense, el puesto del abogado americano es comprensible, pero contraproductivo.
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Los vikingos dividían la carga en dos lotes: las cosas productivas, como las vacas y los bueyes, y el resto, que eran cosas necesarias pero improductivas, iban en el último barco. Los abogados son de ese lote.
Son un mal necesario para protegerte del mal innecesario.
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Un abogado pasa años y años entrenándose en el arte de la paranoia y diciendo "no se puede hacer". Dejar que los abogados tengan demasiada influencia es garantía para que una organización se estanque y muera. Los abogados deben mantenerse lejos de la sala de juntas, de las reuniones de marketing y en el polo opuesto de cualquier cosa creativa.
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Los abogados son listos; los buenos abogados, brillantes. Pero muchos tienen una debilidad fatal que puede hundir una organziación más rápido que un conflicto colectivo, y es la falta de intuición. Es genial tener abogados a bordo. Pero no son ni mucho menos, el cargamento más valioso.
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¡Andanda! ...
Buena Cortesía
2 comentarios:
Pero qué bien dicho.
Me pesa porque algú8n abogado me cae bien, pero es su sino.
no se en quien estoy pensando.....jajajaja muy bueno
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