31 marzo 2009

Libros: 7/09. Fueras de Serie. (Outliers)

El éxito es talento más preparación. El problema de este punto de vista es que, cuanto más miran los psicólogos las carreras de los mejor dotados, menor les parece el papel del talento innato; y mayor el que desempeña la preparación.

Creo que ésta, es la idea que mejor define la línea argumental que nos presenta Malcom Galdwell en éste magnífico libro.
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No todo depende de nuestro coeficiente de Inteligencia (CI),-gracias a Dios-. El concepto que aplica el autor para defender ésta afirmación, es elocuente.
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Supongamos un varón que mida 1,65cm. ¿Tiene alguna posibilidad realista de jugar al baloncesto profesional?. Es muy raro. Para jugar en aquel nivel, hay que medir al menos 1,85; y, si no intervienen otros factores, probablemente sea mejor medir 1,90; y si se mide 1,95, mejor todavía. Pero a partir de cierto valor, la estatura deja de importar tanto.
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Un jugador que mida 2,05 no es automáticamente mejor que otro cinco centímetros más bajo. Si no recuerdo mal, el mejor jugador de todos los tiempos, Michael Jordan, no llegaba a los 2 metros.
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Por tanto, un jugador de baloncesto sólo tiene que ser suficientemente alto. Lo mismo vale para la inteligencia. La inteligencia también tiene su valor umbral, a partir del cual, su peso específico no es tan determinante.
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Estaréis de acuerdo conmigo, que una vez que alguien es lo bastante alto, empezamos a preocuparnos por otros factores como la velocidad, la visión de juego, la agilidad, etc.
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Así pues, ambos sumandos cuentan. El talento, probablemente deje de incrementarse, convirtiéndose en una constante, haciendo que lo que realmente aumente esa suma, sea el segundo sumando. La preparación.
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Esa preparación, a su vez, puede estar condicionada por diversos factores. Factores que pueden ser propiciados, circunstanciales, heredados, culturales, generacionales, pero a la postre... decisivos.
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Descubramos cómo son algunos de ellos:
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Bill Gates: un joven y brillante matemático que descubre la programación. El padre de Gates era un rico abogado de Seattle; y su madre hija de un banquero acomodado. En séptimo curso, sus padres lo llevaron a una escuela privada de élite. En su segundo año, la institución creó un club informático, invirtiendo en 1968 la escalofriante cifra de 3.000$, para la adquisición de una terminal informática. Bill Gates aprendió a programar mientras cursaba Octavo de Educación Básica. En aquella época, ni siquiera las universidades tenían clubes informáticos.
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En el siglo pasado, -y en éste-, el aspecto y de dónde se era originario, también contaba. Un antiguo Decano de una facultad de Derecho, al comentar las cualidades que debe reunir un estudiante para obtener un trabajo, decía:
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Para conseguir un trabajo, un estudiante debe estar sobrado de conexiones familiares, o bien de capacidad, o bien de personalidad; presentar en suma, una buena combinación de estos factores. Si un hombre tiene cualquiera de estas cosas, podrá conseguir un trabajo. Si tiene dos, podrá elegir entre varios empleos; si tiene las tres, podrá ir a donde quiera. El hecho de que también tuvieran facciones nórdicas y aspecto pulcro, también importaba.
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La fortuna demográfica. El nacer dentro de una generación poco numerosa, también cuenta. El economista H. Scott Gordon, lo escribió así:
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Cuando abre los ojos por primera vez, está en un hospital espacioso, preparado para atender a la hornada que lo precedió. El personal es generoso con su tiempo, ya que tiene poco que hacer mientras sobrelleva el breve período de calma hasta la siguiente ola. Cuando alcanza la edad de la escuela, los magníficos edificios ya están allí para recibirlo; la amplia plantilla de profesores le da la bienvenida con los brazos abiertos. En el instituto, el equipo de baloncesto no es tan bueno como antes, pero no hay ningún problema para tener tiempo de uso del gimnasio. La universidad es un lugar encantador, con espacio de sobra en clase y residencias, sin aglomeraciones en la cafetería y con unos profesores solícitos. Entonces accede al mercado de trabajo. La oferta de nuevos principiantes es baja, y la demanda es alta, porque viene una ola grande detrás que conllevará una fuerte demanda de bienes y servicios de sus potenciales patrones.
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Mala suerte la mía. No tengo una madre que donara un cheque de 3.000€, ni mis facciones son nórdicas, ni tampoco tuve a la diosa "demografía" de mi lado.
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Sin embargo, todo lo anterior subyace en un concepto necesario, "obligado". El esfuerzo. De éste, algo creo que puedo presumir, habiéndome sido inculcado y posiblemente heredado genéticamente. El autor lo llama, la regla de las 10.000 horas, del cual ya hable en el post anterior. Todo es a base de horas...
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Como veis, podría seguir escribiendo pantallas y pantallas enteras, pero no os quiero cansar. Os recomiendo su lectura.....
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Buena Cortesía
Fueras de Serie (Outliers). Malcom Gladwell, 329 páginas. 20 €

3 comentarios:

Emilio dijo...

Muy buen blog! saludos!

Fernando Abadia dijo...

Agradecido por tu comentario. Y no sabes como........

Buena Cortesía

Anónimo dijo...

Siempre he sabido que me faltaba algo, pero nunca me podia imaginar que me faltaran tantas cosas para triunfar, ahora entiendo mi fracaso, me va ayudar a llevarlo mejor. Gracias Fernando