26 enero 2009

El Principio de Peter

Seguro que todos en alguna que otra ocasión, hemos hecho algún montoncito de arena cuando estamos de vacaciones en la playa. Y hemos asistido, al colapso o derrumbe del mismo. A medida que se va añadiendo arena al montón, éste conserva su forma y va creciendo, pero llega un momento, en el que un grano de arena más, hará que toda la arena se desparrame.
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Este ejemplo, puede servir para explicar el Principio de Peter, el cuál dice así:
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”En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender a su nivel de incompetencia.”
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¿Cómo se articula esto?. Muy fácil. Me serviré del siguiente ejemplo:
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Enrique Diestro, era un aprendiz excepcionalmente trabajador e inteligente del taller de reparaciones "TaRoto", y no tardó en ascender a mecánico especialista. En éste puesto, demostró una extraordinaria habilidad para diagnosticar oscuras averías e hizo gala de una paciencia infinita para arreglarlas. Fue ascendido a encargado de taller.
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Pero he aquí, que su amor a la mecánica y a la perfección, se convirtió en un inconveniente. Emprendía cualquier tarea que le parecía interesante, por mucho trabajo que hubiera en el taller. No dejaba un trabajo hasta quedar plenamente satisfecho de él. Raras veces se le encontraba en su puesto.
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Generalmente, estaba con la nariz metida en un motor desmantelado, mientras el hombre que debería estar haciendo ese trabajo se encontraba de pie a su lado mirando, y los demás obreros permanecían sentados esperando a que se les asignen nuevas tareas. Como consecuencia, el taller se hallaba siempre sobrecargado de trabajo, desorganizado, y los plazos de entrega se incumplían con frecuencia. Era un mecánico competente, pero ahora era un encargado incompetente.
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Peter, también dice, -y esto es lo que me asusta-, que todos estamos sujetos a ésta posibilidad, aduciendo que "con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar su obligaciones".
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Tengo miedo de que alcance esa incompetencia. Me asusta que no "dé la talla", en esos blogs en los que colaboro, o en ése catálogo en pdf y en la web que me he comprometido a hacer, o en las invitaciones que tengo que hacer para la comunión de mi hija y sobrino.
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Tengo miedo de descubrir mi incompetencia. Tengo miedo a subir por ésta escalera, en la que subiendo peldaño a peldaño, llegue a encontrarme con el último.
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Me queda un último consuelo. En su día, estuve en una escalera en la que los peldaños eran engañosos. Además, la dichosa escalera tenía puntas que a veces me rasgaban. La pintura con la que se pintó, las disimulaba.
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Suerte, que no era la única escalera de mi vida por la que podía subir. Además, ahora llevo guantes....
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Buena Cortesía

1 comentario:

ceci-za dijo...

La verdad si asusta un poco pensar que nos volvamos así de incompetentes; talvez tenemos que estar pendientes mas de la retroalimentacón recibida y por supuesto asumir nuestras nuevas responsabilidades; afortunadamente siempre llega un momento en que ya no metemos las manos al motor.