Si difícil es dibujar en público y ante gente conocida, más difícil -al menos para mí - es ponerte frente a ellos y dibujarlos. Una vez roto ese dichoso "lo hago o no lo hago", "saco el cuaderno o no lo saco"..... la experiencia fue enormemente placentera.
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No hubo "aves Marías purísimas", ni tampoco "sin pecados concebidas", pero los retratados y yo nos sumergimos en una especie de acto de confesión en el que a través de la mirada nos dijímos todo.
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