Os dejo con un trabajo que tuve que realizar el pasado diciembre sobre el libro de Eliyahu M. Goldratt, "La Meta". Lo planteé de una manera..... ¿diferente? y al profesor le gustó. Sirva éste post como revulsivo y recarga de mis pilas. Debo seguir con lo que estoy realizando. Ha sido un cuatrimestre éste, algo durillo.
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Tras
muchos días de no entrar en la aplicación del Campus Virtual y revisar las
posibles novedades existentes, me encuentro con un mensaje en el tablón de la
asignatura, contundente:
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Tal y como se indica en el módulo 0 es obligatoria la presentación
de un trabajo sobre un libro de este autor (La Meta o Cadena Crítica). La fecha
límite para la presentación del trabajo es el 31 de diciembre. Podéis hacer la entrega del
trabajo en esta misma sección.
Mi
sorpresa fue mayúscula. En mi cabeza siempre había rondado la idea de que dicho
trabajo era voluntario.
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Bill
Peach entró en mi realidad a modo de mensaje en un tablón de anuncios. Hasta
ese momento, mi fábrica “personal” se había estado dedicando al desempeño de mi
trabajo profesional, a las labores domésticas propias de un padre de familia
con dos hijos, y a la realización de
algún curso que por mis inquietudes
personales, me había tenido ocupado durante los meses de noviembre y
diciembre.
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El
pulso de la situación lo tenía controlado. Todo iba bien, hasta que vi ese
mensaje: La fecha límite para la presentación del trabajo es el 31 de
diciembre.
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Había
estado todo ese tiempo produciendo resultados para “clientes” que no eran los
prioritarios. Además, la información que poseía no era del todo la correcta.
¿Por qué no vi que era un trabajo obligatorio y que había que entregarlo el 31
de diciembre? No me di cuenta. Tanto es así, que el pasado puente de la
Constitución estuve ojeando en la librería, el libro “Cadena Crítica”, pero su
precio -24 euros-, y el fallido pensamiento de que se trataba de un trabajo
voluntario, me hizo desistir en su compra.
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El
razonamiento que seguí fue el siguiente; ya que se trata de un trabajo voluntario,
las horas que vas a dedicar a leerlo, dedícalas a estudiar los módulos de la
asignatura-. Además, -he de ser sincero-, en mi mano derecha tenía el libro de
Winston Churchill, “La Segunda Guerra Mundial”: 1053 páginas de historia de un
personaje fuera de lo normal. Sopesé su precio, -29 euros-, pero me dio igual.
Lo tenía claro. Me quedé con Winston.
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Así
pues, la situación parecía controlada: había realizado cursos, entregado
trabajos, leído bastantes libros, mantenido mi blog, y
dibujado bastante, otras de mis grandes aficiones.
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El
pasado miércoles 26, -como he dicho-, al entrar en la aplicación y comprobar la
obligatoriedad y la fecha final de entrega, sufrí en mis propias carnes el
mensaje que le dio Bill Peach a Al -personajes del libro-:
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“Estamos cayendo en un agujero
del que tal vez no podamos salir, y tu fabrica es la piedra que tira de
nosotros hacia abajo”.
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Además,
en lo personal, mi esposa llevaba ya un tiempo preguntándome por la fecha de
los exámenes. - Fer, ¿cuándo tienes los exámenes? Cuesta mucho dinero, así que
no te puedes permitir el suspender. Lo que invertimos en tus asignaturas, son
nuestras vacaciones. Nos supone mucho….¡Si no apruebas, no entras en casa!.
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Ese
día 26, no me quedó más remedio que llamar corriendo a mi esposa y decirle:
¡cómprame el libro La Meta o Cadena Crítica!. Me acabo de dar cuenta de que el
trabajo es obligatorio y apenas me quedan 3 días efectivos para poder leerlo y
hacer el trabajo que nos solicitan. Al cabo de un rato, mi móvil suena y el
nombre de “Merian”, parpadea en la pantalla:- ¡Marido!, ¡28 euros!.
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Sí,
lo sé -le dije-. Que no me pongan reyes éste año, pero compramelo. Tengo que
hacer el trabajo antes de fin de año. Además, desde hacía un tiempo, habíamos
planeado irnos de viaje. El viernes, sábado y domingo estaríamos en la playa,
por lo que en esos días me iba resultar poco probable encontrar un rato para
poder leerlo. Y el lunes, ya era 31.
¿Qué poder hacer?.
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Tenía
ante mí una meta. Debía leer el libro y hacer un trabajo antes del 31 de
diciembre. Y ese trabajo, no debía ser un resumen del mismo, sino una reflexión
personal de lo leído y para más inri con una extensión de 4 páginas.
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Mi
situación era crítica. El día anterior, acababa de adquirir un libro de 29
euros que engordaba mi stock de libros y que tendría que dejar apartado. El
director-gerente de mi fábrica ”personal”, se estaba poniendo nervioso; quedaba
poco para los exámenes y además le había hecho comprar… ¡¿otro libro más!?.
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Mis
recursos eran limitados. No disponía de muchos días, además me iba de viaje por
lo que tenía ante mí un auténtico cuello de botella. Además, el cliente no
quería que solo me leyera el libro. Quería algo distinto. Algo que no podría
saber hacer, hasta que no me leyese el libro.
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Tenía
que ser productivo. Y no se trataba de que dibujara, leyera otro libro o
escribiera un post. ¡No!, debía hacer las cosas necesarias de tal manera que
éstas me aproximarán lo más posible a mi meta. Tenía que satisfacer las
necesidades del cliente –mi profesor- con un producto de calidad. Mi objetivo pasaba
por presentar un trabajo que me ayudara aprobar el examen del primer cuatrimestre,
luego el segundo y por último la asignatura. En definitiva, debía de: leer un
libro + entregar trabajo + aprobar asignatura, para obtener un título que
mejore mi cualificación + ganar…Esa es mi
meta.
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…Entonces puedo decir que la
meta es un aumento del beneficio neto, mientras crecen simultáneamente tanto el
ROI como la liquidez…
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Llegué
a casa, y lo primero que hice, fue abrir el libro por sus páginas finales con
la intención de conocer el nº de páginas que tenía: 401. Soy
un empedernido lector y por alguna vez en la que lo he comprobado, sé que soy
capaz de leer unas 50-60 páginas por hora. Y si el libro me engancha, puedo
estar tranquilamente de 2 a 3 horas sin interrupción alguna. Aplicando la
lógica, necesitaba en torno a unas 8 horas para leerme el libro que tenía en
mis manos.
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Así
que “dit y fet”. El primer día, leí unas 150 páginas. Los siguientes días no
leí nada. Entre ayer y hoy, y reduciendo los lotes de las páginas que leía, lo
he conseguido. Un libro que en la distancia y con tiempo suficiente me habría
costado leer de una a dos semanas, lo he leído en apenas día y medio.
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Quizás
haya sido gracias a que he equilibrado con la demanda, el flujo y no mi
capacidad. Posiblemente, como ya me ha pasado en anteriores ocasiones a la hora
de hacer un trabajo sobre un libro, si La Meta lo hubiera ido leyendo poco a
poco, mucho de lo leído se habría olvidado. Hubiera despilfarrado recursos,
tanto en tiempos muertos como en perdida u olvido del hilo conductor, obteniendo
como consecuencia la realización de un trabajo más parecido a un resumen que a
una analogía real como la que estoy haciendo.
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Analizando
los cinco pasos que se describen en el libro, yo también he aplicado su lógica:
Paso
1: Identificar los cuellos de botella del sistema. Para entregar el trabajo,
tengo que leer primero el libro. A posteriori y aplicando un posible
pensamiento científico, he reconocido más cuellos de botella, a partir de mi
meta: aprobar la asignatura=leer libro, redactar documento, aprobar primer
cuatrimestre, aprobar segundo cuatrimestre.
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Paso
2: Decidir cómo explotar los cuellos de botella. Cincuenta-sesenta páginas por
hora. El lunes 31 por la mañana debe estar terminado. Después de comer, tengo
que finalizar el documento.
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Paso
3: Subordinar todo lo demás a la decisión anterior. Hoy he madrugado, no he
salido de compras, ni me he puesto a dibujar. Mi único fin: entregar el
“pedido”.
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Paso
4: Elevar los cuellos de botella del sistema. No he hecho la comida, mi mujer
la ha comprado. He tenido más tiempo para dedicarme y por tanto he contado con más
recursos.
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Paso
5: Si en un paso previo un cuello de botella se ha roto, volver al paso 1. De
momento, no. Quizás los tenga que hacer a la hora de preparar el próximo examen.
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Para
terminar, no quiero dejar pasar la oportunidad de decir que lo leído en el
libro me parece un tanto lejano a la vez que cercano. No he tenido mucha
experiencia en el mundo de la producción, aunque he de decir que tuve la
oportunidad de trabar en una línea de fabricación durante 6 meses, y me resulta
difícil que lo descrito en el libro se pueda dar hoy en día.
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Recuerdo como era
todo allí; más o menos lineal, bien estructurado, cuantificado, documentado,
planificado y posiblemente bien ejecutado. Quizás lo que se nos cuenta en el
libro tuviera sentido hace treinta o cuarenta años. Hoy en día me cuesta creer
que una organización de la magnitud que se describe en el libro sufra ese tipo de errores. Además, los
adelantos existentes en materia de Lean manufacturing u otras disciplinas,
junto con la actual relación cliente-proveedor y la importancia que adquiere la
logística, me hace difícil pensar que lo descrito en 1984 –año en el que se
escribió el libro-, suceda en nuestros días.
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Sin
embargo, no opino así de las empresas de servicios. Mi experiencia personal me
dice que en muchas de ellas, la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda.
Que existan “silos” de conocimiento, de información, de no saber cuánto cuestan
las cosas e incluso de no saber cuál es la meta, es moneda corriente de cambio.
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Creo
que es importante el parar, el pensar y el actuar. En éste orden. Y en muchas
de las empresas del sector servicios, operan en 2012 como operaba en 1984 la
compañía UniCo.
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Buena Cortesía
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