24 abril 2013

Libro: La Meta (410)


Os dejo con un trabajo que tuve que realizar el pasado diciembre sobre el libro de Eliyahu M. Goldratt, "La Meta". Lo planteé de una manera..... ¿diferente? y al profesor le gustó. Sirva éste post como revulsivo y recarga de mis pilas. Debo seguir con lo que estoy realizando. Ha sido un cuatrimestre éste, algo durillo.
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Tras muchos días de no entrar en la aplicación del Campus Virtual y revisar las posibles novedades existentes, me encuentro con un mensaje en el tablón de la asignatura, contundente:
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Tal y como se indica en el módulo 0 es obligatoria la presentación de un trabajo sobre un libro de este autor (La Meta o Cadena Crítica). La fecha límite para la presentación del trabajo es el 31 de diciembre. Podéis hacer la entrega del trabajo en esta misma sección.
Mi sorpresa fue mayúscula. En mi cabeza siempre había rondado la idea de que dicho trabajo era voluntario.
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Bill Peach entró en mi realidad a modo de mensaje en un tablón de anuncios. Hasta ese momento, mi fábrica “personal” se había estado dedicando al desempeño de mi trabajo profesional, a las labores domésticas propias de un padre de familia con dos hijos,  y a la realización de algún curso que por mis inquietudes  personales, me había tenido ocupado durante los meses de noviembre y diciembre.
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El pulso de la situación lo tenía controlado. Todo iba bien, hasta que vi ese mensaje: La fecha límite para la presentación del trabajo es el 31 de diciembre.
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Había estado todo ese tiempo produciendo resultados para “clientes” que no eran los prioritarios. Además, la información que poseía no era del todo la correcta. ¿Por qué no vi que era un trabajo obligatorio y que había que entregarlo el 31 de diciembre? No me di cuenta. Tanto es así, que el pasado puente de la Constitución estuve ojeando en la librería, el libro “Cadena Crítica”, pero su precio -24 euros-, y el fallido pensamiento de que se trataba de un trabajo voluntario, me hizo desistir en su compra.
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El razonamiento que seguí fue el siguiente; ya que se trata de un trabajo voluntario, las horas que vas a dedicar a leerlo, dedícalas a estudiar los módulos de la asignatura-. Además, -he de ser sincero-, en mi mano derecha tenía el libro de Winston Churchill, “La Segunda Guerra Mundial”: 1053 páginas de historia de un personaje fuera de lo normal. Sopesé su precio, -29 euros-, pero me dio igual. Lo tenía claro. Me quedé con Winston.
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Así pues, la situación parecía controlada: había realizado cursos, entregado trabajos, leído bastantes libros, mantenido mi blog, y dibujado bastante, otras de mis grandes aficiones.
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El pasado miércoles 26, -como he dicho-, al entrar en la aplicación y comprobar la obligatoriedad y la fecha final de entrega, sufrí en mis propias carnes el mensaje que le dio Bill Peach a Al -personajes del libro-:
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“Estamos cayendo en un agujero del que tal vez no podamos salir, y tu fabrica es la piedra que tira de nosotros hacia abajo”.
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Además, en lo personal, mi esposa llevaba ya un tiempo preguntándome por la fecha de los exámenes. - Fer, ¿cuándo tienes los exámenes? Cuesta mucho dinero, así que no te puedes permitir el suspender. Lo que invertimos en tus asignaturas, son nuestras vacaciones. Nos supone mucho….¡Si no apruebas, no entras en casa!.
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Ese día 26, no me quedó más remedio que llamar corriendo a mi esposa y decirle: ¡cómprame el libro La Meta o Cadena Crítica!. Me acabo de dar cuenta de que el trabajo es obligatorio y apenas me quedan 3 días efectivos para poder leerlo y hacer el trabajo que nos solicitan. Al cabo de un rato, mi móvil suena y el nombre de “Merian”, parpadea en la pantalla:- ¡Marido!, ¡28 euros!.
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Sí, lo sé -le dije-. Que no me pongan reyes éste año, pero compramelo. Tengo que hacer el trabajo antes de fin de año. Además, desde hacía un tiempo, habíamos planeado irnos de viaje. El viernes, sábado y domingo estaríamos en la playa, por lo que en esos días me iba resultar poco probable encontrar un rato para poder  leerlo. Y el lunes, ya era 31. ¿Qué poder hacer?.
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Tenía ante mí una meta. Debía leer el libro y hacer un trabajo antes del 31 de diciembre. Y ese trabajo, no debía ser un resumen del mismo, sino una reflexión personal de lo leído y para más inri con una extensión de 4 páginas.
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Mi situación era crítica. El día anterior, acababa de adquirir un libro de 29 euros que engordaba mi stock de libros y que tendría que dejar apartado. El director-gerente de mi fábrica ”personal”, se estaba poniendo nervioso; quedaba poco para los exámenes y además le había hecho comprar… ¡¿otro libro más!?.
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Mis recursos eran limitados. No disponía de muchos días, además me iba de viaje por lo que tenía ante mí un auténtico cuello de botella. Además, el cliente no quería que solo me leyera el libro. Quería algo distinto. Algo que no podría saber hacer, hasta que no me leyese el libro.
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Tenía que ser productivo. Y no se trataba de que dibujara, leyera otro libro o escribiera un post. ¡No!, debía hacer las cosas necesarias de tal manera que éstas me aproximarán lo más posible a mi meta. Tenía que satisfacer las necesidades del cliente –mi profesor- con un producto de calidad. Mi objetivo pasaba por presentar un trabajo que me ayudara aprobar el examen del primer cuatrimestre, luego el segundo y por último la asignatura. En definitiva, debía de: leer un libro + entregar trabajo + aprobar asignatura, para obtener un título que mejore mi cualificación + ganar…Esa es mi meta.
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…Entonces puedo decir que la meta es un aumento del beneficio neto, mientras crecen simultáneamente tanto el ROI como la liquidez…
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Llegué a casa, y lo primero que hice, fue abrir el libro por sus páginas finales con la intención de conocer el nº de páginas que tenía: 401. Soy un empedernido lector y por alguna vez en la que lo he comprobado, sé que soy capaz de leer unas 50-60 páginas por hora. Y si el libro me engancha, puedo estar tranquilamente de 2 a 3 horas sin interrupción alguna. Aplicando la lógica, necesitaba en torno a unas 8 horas para leerme el libro que tenía en mis manos.
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Así que “dit y fet”. El primer día, leí unas 150 páginas. Los siguientes días no leí nada. Entre ayer y hoy, y reduciendo los lotes de las páginas que leía, lo he conseguido. Un libro que en la distancia y con tiempo suficiente me habría costado leer de una a dos semanas, lo he leído en apenas día y medio.
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Quizás haya sido gracias a que he equilibrado con la demanda, el flujo y no mi capacidad. Posiblemente, como ya me ha pasado en anteriores ocasiones a la hora de hacer un trabajo sobre un libro, si La Meta lo hubiera ido leyendo poco a poco, mucho de lo leído se habría olvidado. Hubiera despilfarrado recursos, tanto en tiempos muertos como en perdida u olvido del hilo conductor, obteniendo como consecuencia la realización de un trabajo más parecido a un resumen que a una analogía real como la que estoy haciendo.
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Analizando los cinco pasos que se describen en el libro, yo también he aplicado su lógica:
Paso 1: Identificar los cuellos de botella del sistema. Para entregar el trabajo, tengo que leer primero el libro. A posteriori y aplicando un posible pensamiento científico, he reconocido más cuellos de botella, a partir de mi meta: aprobar la asignatura=leer libro, redactar documento, aprobar primer cuatrimestre, aprobar segundo cuatrimestre.
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Paso 2: Decidir cómo explotar los cuellos de botella. Cincuenta-sesenta páginas por hora. El lunes 31 por la mañana debe estar terminado. Después de comer, tengo que finalizar el documento.
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Paso 3: Subordinar todo lo demás a la decisión anterior. Hoy he madrugado, no he salido de compras, ni me he puesto a dibujar. Mi único fin: entregar el “pedido”.
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Paso 4: Elevar los cuellos de botella del sistema. No he hecho la comida, mi mujer la ha comprado. He tenido más tiempo para dedicarme y por tanto he contado con más recursos.
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Paso 5: Si en un paso previo un cuello de botella se ha roto, volver al paso 1. De momento, no. Quizás los tenga que hacer a la hora de preparar el próximo examen.
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Para terminar, no quiero dejar pasar la oportunidad de decir que lo leído en el libro me parece un tanto lejano a la vez que cercano. No he tenido mucha experiencia en el mundo de la producción, aunque he de decir que tuve la oportunidad de trabar en una línea de fabricación durante 6 meses, y me resulta difícil que lo descrito en el libro se pueda dar hoy en día. 
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Recuerdo como era todo allí; más o menos lineal, bien estructurado, cuantificado, documentado, planificado y posiblemente bien ejecutado. Quizás lo que se nos cuenta en el libro tuviera sentido hace treinta o cuarenta años. Hoy en día me cuesta creer que una organización de la magnitud que se describe en el libro  sufra ese tipo de errores. Además, los adelantos existentes en materia de Lean manufacturing u otras disciplinas, junto con la actual relación cliente-proveedor y la importancia que adquiere la logística, me hace difícil pensar que lo descrito en 1984 –año en el que se escribió el libro-, suceda en nuestros días.
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Sin embargo, no opino así de las empresas de servicios. Mi experiencia personal me dice que en muchas de ellas, la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda. Que existan “silos” de conocimiento, de información, de no saber cuánto cuestan las cosas e incluso de no saber cuál es la meta, es moneda corriente de cambio.
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Creo que es importante el parar, el pensar y el actuar. En éste orden. Y en muchas de las empresas del sector servicios, operan en 2012 como operaba en 1984 la compañía UniCo.
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Buena Cortesía

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