25 marzo 2012

Dejar volar (318)

fabadiabadenas_dificil_pero_no_imposible
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Estimado y joven Publio Cornelio -puso énfasis especial a la hora de pronunciar la palabra "jóven"-, todos coincidimos en valorar en su justa medida tu ofrecimiento y la reacción inicial de respaldarte como nuevo proconsul para Hispania, es buena prueba de nuestra consideración hacia a ti y tu familia. Sin embargo, en el sosiego de la reflexión todos hemos visto que la combinación de juventud e inexperiencia en el mando en el rango de magistrado, es un obstáculo a este nombramiento que nos perturba e incomoda.
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Las guerras, y sé que en esto estarás de acuerdo conmigo,(...) no se ganan con el corazón sino con la cabeza. Por esto debemos decidir con la razón, no con el ánimo desatado que espolea la irreflexión. Necesitamos un magistrado, pero no podemos aceptar a nadie tan joven. Y, esta vez, la decisión del Senado, pues hablo por todos, ya es definitiva.
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De acuerdo, no me nombréis procónsul, no me ascendáis al rango de promagistrado consular, eso soluciona el problema de mantener la tradición y las leyes, pero no soluciona el asunto de defender Hispania. Seguís, seguimos precisando un general con imperium para defender Hispania e impedir el avance de Asdrúbal.
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No me nombréis procónsul, pero si nadie más se postula como general para defender nuestros intereses en aquella región, dejad al menos que vaya como general a proteger Roma en Hispania frente a Asdrúbal y sus ejércitos. Con ello no se quiebra la ley y se atiende al interés superior de defender los intereses del Estado.
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- ¿Quieres decir, joven Publio, que estás dispuesto a asumir los riesgos de la campaña de Hispania pero sin el rango de procónsul?
- Así es.
- ¿Entiendes bien lo que eso supone, joven tribuno?
Publio asintió.
- Si consiguen una victoria, no podrás disfrutar de triunfo alguno por las calles de Roma, se te valorará lo conseguido, pero no podrás pasear por esta ciudad festejando un triunfo de gloria y fortuna, ¿eso está claro?.
- Está claro -respondió Publio con voz serena-
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Fabio le miró apretando los ojos. Aquél era un joven demasiado extraño: dispuesto a acometer una empresa asumiendo los riesgos y desdeñando los beneficios. No quería gente de naturaleza incierta en Roma. Esas personas resultaban siempre imprevisibles en sus acciones.
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-Sea- concluyo Fabio-, tenemos un general, que no un procónsul de Roma para marchar sobre Hispania.
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Al igual que le ocurre al "patito" de la imagen: Nada es fácil, pero sí posible si a la gente se le permite volar...
Buena Cortesía
Extracto sacado de "Africanus el hijo del Cónsul". Santiago Posteguillo

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