Promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, son los objetivos perseguidos para garantizar que todas las naciones y personas puedan disfrutar de un futuro más próspero y seguro.
El lema para este año 2008 ha sido "Acabar con la adicción: hacia una economía de bajo consumo de carbono", llamamiento dirigido a países, empresas y comunidades para que se esfuercen en reducir las emisiones de efecto invernadero.
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Voy a ir un poco más allá, y me voy a referir a ese otro tipo de contaminación, esa que no produce emisiones, la que no contamina ríos, o la que no genera la tala de árboles, pero que es enormemente dañina. La contaminación verbal.
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Esa en la que todos, como agentes activos o pasivos hemos fomentado, y que diariamente produce millones de emisiones.
¿Por qué?
Tres son los motivos. El egoísmo, el egocentrísmo, y la peor de todos.... ¡La envidia!
El egoísmo, se define como aquella conducta consistente en poner los intereses propios en primer lugar.
El egocentrísmo, es la característica que define a una persona para referirse a que sus propias opiniones e intereses son los más importantes. Cree que todos buscan lo que él busca, intentado "aboserver" a su círculo, a todo lo demás.
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Y, ¡ah!, la más grande, la más extendida, conocida y sobre todo peligrosa. La envidia, ese sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo poseído por otro.
La envidia se asocia al color amarillo. Expresiones como "amarillo de envidia" describen la sensación que ocasiona conductas desagradables para los demás.
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Quizá sería conveniente mutar algún "gen", para que a esas personas que se "mueren de envidia", les cambiase el color de su piel cuando sufran su pequeño ataque.
Más que nada para fumigarlas un poquito...
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